Unidad
mediante la táctica adversa
Reflexión
espiritual en tiempos de pandemia
Por Martín Alonso Buitrago
Los dolores de la evolución son inevitables, la
evolución no se detiene, todo lo que existe vive en movimiento y cambio. La
Sabiduría Eterna enseña que la conciencia habita desde la partícula de un
átomo, hasta el sol y habita en toda forma de vida; nada surge carente de
propósito; aunque nos cueste comprenderlo, todo en su fin último, surge para
bien del alma y la lucidez es la recompensa de trasmutar lo que resulta
doloroso.
La conciencia planetaria está pasando por una fuerte
crisis de evolución y esto trae cambios y dolores a todos los seres sintientes
del planeta; cierto es que no podemos evitar el destino de la naturaleza; pero la humanidad tiene en las
impostergables decisiones del siglo XXI
la respuesta a su propio futuro: o bien logramos la unidad de la especie humana
o nos exponemos a la extinción como civilización de la faz de la tierra; para dar
paso quizás, al nacimiento de una nueva raza y una nueva civilización acorde a
los cambios del planeta.
La década en curso, la de los veinte-veintes, podría
ser críticamente decisiva para la humanidad; buena parte de la opinión pública
ya reconoce que todo el establecimiento mundial está en crisis de
transformación; observamos que, gracias a la tecnología, cualquier problema
local se suma instantáneamente en influencia, información y peso sobre la
crisis global; podía suponerse que tarde o temprano un gran giro habría de
darse y se está dando. La pandemia y el confinamiento resultaron ser una chispa
que suscita la combustión del polvorín de todos los problemas de la humanidad;
esta coyuntura no es la causa de los problemas, pero sí aviva enormemente la
conflagración que ya venía sucediendo en cada foco de conflicto humano.
La pandemia del coronavirus, nos toma débiles en casi todas las infraestructuras de nuestra civilización, a la cual hoy podríamos llamar sarcásticamente: moderna, desigual e insalubre; nos toma débiles por negligencia y desunión en las acciones globales, por fractura entre las naciones y dentro de cada una, pero no por falta de recursos ni de advertencias; pues recursos hay y tanto de la ciencia materialista, como de la ciencia esotérica, incluidos los libros de revelaciones de las diversas cosmovisiones, la humanidad recibió aviso del cambio de los tiempos y de la necesidad de reorientación para evitar el abismo al que nos dirigimos; si no actuamos a tiempo como especie unida, adaptándonos a los cambios del planeta.
La suma de todas las crisis, desbordadas por el virus
y el pánico, nos toma débiles materialmente en una sociedad aparentemente muy
materialista; pero por la paradoja de la táctica adversa, estamos
espiritualmente más fuertes que nunca antes en la historia de nuestra raza;
bien lo plantea el Maestro Tibetano en
la idea que, la humanidad se dirige con los propósitos equivocados por el
camino adecuado; debemos observar que el panorama en el campo de la
conciencia, es más bien optimista y favorable; podemos afirmar que estamos hoy
mejor preparados como conciencias para afrontar cambios drásticos en nuestros
paradigmas; quizás en un porcentaje que ya consigue hacer masa crítica para
lograr los cambios; pasos de evolución que se darán cuando la gente de voluntad
al bien se manifieste unida; entonces se
evidenciaran las cualidades de la entrante Era de Acuario, la era de la sed de
conocimiento saciada por la cooperación, en la que la humanidad encontrará la
luz de la verdad pese a cualquier obstáculo; esta transición, renovando un
ciclo de más de dos mil años, ya empezó y lo que deba desintegrase se
desintegrará, como sucede en toda semilla; de la desintegración surgirá una
nueva raíz y un nuevo tallo, si es que le permitimos germinar.
Un panorama incomodo y controversial nos muestra,
generalizando, la desgastada careta de gobiernos y megacorporaciones en el
negocio de la guerra y la corrupción, procurando ocultar las verdaderas causas
y los problemas de fondo, manipulando la información, beneficiándose de la
miseria mientras dicen contribuir a erradicarla, en todo caso consiguen
simpatizantes; conforman lo que tanto en política como esotéricamente hablando
se pueden denominar, las fuerzas reaccionarias al cambio; por su parte las
fuerzas promotoras del cambio, menos notorias hasta ahora, han crecido
enormemente en los últimos siglos; constituidas no solo por los grupos y
movimientos reconocidos por su servicio; sino ante todo por la suma de las
personas de voluntad al bien y corazón amoroso en todas partes del mundo, es decir,
la gran mayoría.
La humanidad tiene hoy la capacidad espiritual que las
circunstancias demandan; debemos emplear esa capacidad en encontrar soluciones
integrales y sostenibles; salvando mediante el discernimiento inteligente e
incluyente, la brecha ficticia que hemos abierto entre lo material y lo
espiritual. Las enseñanzas del Agni Yoga, nos muestran que el mal es el
conflicto provocado por el desequilibrio entre la materia y el espíritu;
resolviendo este conflicto en la conciencia, surgirá la armonía
materia-espíritu, armonía personalidad-alma; por tanto, se puede esperar que la
humanidad este afrontando ahora mismo, una conciliación de su mundo espiritual
con su mundo material.
Con esperanza y alivio debemos admitir, como parte de
esta conciliación con el mundo espiritual, que entonces no estamos solos;
reconocer que recibimos ayuda espiritual y que podemos y debemos invocar esta
ayuda disponible. La ciencia esotérica reconoce y comprueba la existencia de un
grupo de almas liberadas de la reencarnación y consagradas al servicio del plan
evolutivo de la humanidad; podemos llamar a este grupo de diversas formas, pero
un término adecuado desde la perspectiva humana es llamarlos Maestros
Espirituales, puesto que ellos conocen y nos enseñan la verdad y la realidad
espiritual, oculta a simple vista.
Esta realidad de la existencia de los Maestros al
servicio de la humanidad, toma diferentes vestiduras según las diversas
religiones, creencias o culturas; pero es la misma verdad que intuyen los
corazones propensos a la buena voluntad y a una íntima espiritualidad, más allá
de formas externas; es por tanto, desde la vivencia espiritual que podemos
encontrar una mejor perspectiva para ver la crisis actual, actuar unidos con el
propósito del bien para todos, contribuir a la solución mediante la fuerza de
nuestro corazón amoroso y sabio, unido a nuestra mente lucida, honesta y
trasparente; de este modo encontramos nuestro lugar en el servicio, desde lo
familiar y lo grupal hasta lo global.
Otras verdades se desprenden al incluir como realidad
espiritual la existencia de los Maestros, Hermanos de la Humanidad, Guías de la
Luz o Santos Seres; se revela que ellos trabajan organizadamente y ejecutan un
plan de acciones o podríamos decir mejor, de emisiones de energía espiritual
para inspirar a cada ser humano y a cada grupo hacia sus “posibilidades
espirituales más elevadas” y elevar así la humanidad al punto de contacto con
el alma y con el reino de las Almas; recibimos ayuda de todos los seres que se
han liberado conscientemente de la rueda de reencarnación para servir,
incluidos los grandes seres en la
historia de la humanidad, entre quienes se encuentran trabajando
coordinadamente, el Buda y el Cristo, maestro de todos los maestros. Con estas
revelaciones hechas por los propios maestros, tenemos otra verdad esotérica: la
unión organizada o Jerarquía de Maestros de la Luz y su cercanía con los
discípulos terrenales, a quienes ellos denominan, Servidores Mundiales,
personas de buena voluntad en todas partes del mundo, activas en su servicio
por amor a la humanidad y a la voluntad de Dios.
Esta convicción viene para la humanidad en los nuevos
tiempos, no por fe ciega ni emotiva; pues para el intelecto y la intuición, que
brillarán en la era acuariana, es justamente lo contrario; una vez más, por la
táctica adversa de la incredulidad estamos desarrollando la verdadera fe; la
fe, esotéricamente comprendida no se basa en los misterios; sino por el
contrario en el reconocimiento de las revelaciones, en el conocimiento práctico
de leyes de la energía y del pensamiento y ante todo en la experiencia; para
todos sin excepción está disponible la vivencia de un amor universal en su
corazón.
Sabemos por las enseñanzas, que estos seres de Luz
involucrados en la evolución del planeta, han estado durante eones de tiempo sirviendo a la
humanidad, equilibrando fuerzas e instruyendo a quienes les buscan y atienden;
también han advertido e instruido a la humanidad de muchas maneras y con
ideales que procuran expresarse en algunos líderes y grupos; pese a la distorsión del ideal y a la
incoherencia de sus aplicaciones, lo cual parece demostrar un fracaso del intento, nada ha sido en vano;
cierto, son muchos los errores de interpretación y de manipulación egoísta;
pero en todo caso los ideales de una humanidad unida y en paz, sí han
calado en muchas conciencias, incluso en
quienes no desean alinearse o ni siquiera necesitan de proselitismo alguno,
pues sus conciencias intuyen estos nuevos ideales, tal como corresponde a las
recientes generaciones; podría decirse en general y a favor, que los
movimientos nueva era, profecías y predicciones astrológicas como la de los Mayas y muchas otras, así como
enseñanzas de los Maestros espirituales reveladas en libros dictados
telepáticamente; todos han contribuido, directa o indirectamente, a alertar la
conciencia colectiva y a provocar en muchas personas un vuelco hacia la
conciencia grupal, ecológica, igualitaria, holística, esotérica,
espiritual o simplemente humanista; pues
humanismo es el objetivo común de las diversas formas de abordar la realidad
del ser, incluida la relación con sus semejantes, con su entorno y su creador.
Una valiosa ayuda para estos tiempos de grandes
mutaciones, reconocidas astronómica y astrológicamente, como el cambio a una nueva
era; fue dada por los Maestros en las primeras décadas del siglo pasado; esto
puede corroborarse con el estudio de las obras esotéricas más reveladoras,
prácticas y rigurosamente científicas, dictadas telepáticamente por los
Maestros Morya y Djwhal Kull a las señoras Helena Roerich y Alice Bailey. De
estas obras, sea que uno esté interesado en el esoterismo o no, vale la pena
leer algunos libros como el de “Los Problemas de la Humanidad”; por cuanto
representa una ayuda concreta para encontrar verdaderas soluciones en estos
difíciles momentos, analizando la realidad de nuestros problemas como especie
humana y las oportunidades de reorientación que se nos presentan.
Una síntesis practica que reúne la espiritualidad y la
solución de los problemas de la humanidad se encuentra en esta cita del libro
mencionado: “…espiritualidad es esencialmente el establecimiento de rectas
relaciones humanas, la promoción de la buena voluntad y finalmente el
establecimiento de la verdadera paz en la tierra, como resultado de estas dos
expresiones de la divinidad” (Alice Bailey, Los problemas de la
humanidad. 1ª ed. Buenos Aires, Fundación Lucis 2014, pág. 184). El
capítulo VII de este libro está dedicado al “Problema de la Unidad
Internacional”, dictado en el final de la II guerra mundial, hoy cobra mucha
más vigencia, por cuanto nos permite ver las razones por las que hemos llegado
a estas condiciones y el peligro que representan: “¿será un destino de
aniquilación, de una guerra planetaria, de hambruna y peste en todo el mundo,
de una nación levantándose contra otra y del completo colapso de todo cuanto
hace la vida digna de ser vivida? Todo esto bien puede suceder a menos que se
hagan cambios fundamentales y se hagan con buena voluntad y comprensión
amorosa” (Ibidem, pág. 185); recordando que fue escrito en 1946, hoy
resulta perentorio atender tales sugerencias; se trata de soluciones y cambios
que podrían surgir ahora que la
conciencia mundial ha recibido un fuerte cimbronazo para despertar hacia una
globalización de la equidad; aplicando aquí otra idea trasversal a la solución
de los problemas de la humanidad, el
Maestro Djwhal Kull, nos recuerda que:
”La distribución de los recursos del mundo y la estable unidad de los
pueblos del mundo son en realidad una y la misma cosa, porque detrás de todas
las guerras modernas reside un problema económico fundamental” (Ibidem, pág.
181).
La solidaridad y la inteligente cooperación son
también leyes naturales; tanto como lo son la misericordia y la buena voluntad
al bien en el corazón del ser humano; que además de instinto, cuenta con
intelecto para ejercer su voluntad y reunirla al elevado propósito del alma,
que se hace una sola con la humanidad.
Justas relaciones humanas, expresadas en la
oportunidad de salud, alimento, vivienda, seguridad y acceso a las tecnologías para todos, lo
cual hoy engloba educación y trabajo; antes esta petición solo significaba una
arenga de cualquier bandera; pero hoy en medio de la pandemia del coronavirus,
puede ser una de las soluciones más pertinentes para lograr sanear la enferma
salud pública, el hambre, la desigualdad
y muchos otros problemas básicos de la humanidad; las circunstancias,
mediante la táctica adversa de distanciarnos y exigir de cada sistema
únicamente lo esencial, nos llama a actuar unidos y en función de todos, solo
si lo comprendemos bien.
Por la inercia de nuestro pensamiento y la comodidad
de nuestras emociones, nos cuesta trabajo pensar que bastaría con cambiar los
paradigmas que sostienen la desunión de una sociedad con otra, de un sector de
la sociedad con otro, de un hermano con otro hermano; para terminar con la
miseria, la guerra y la desunión. Quizás nos resulte útil aceptar el propósito
de la desintegración en las leyes de la naturaleza y ante todo aceptar que la
humanidad está regida igualmente por esas mismas leyes. La paradoja es que la
desintegración es la táctica adversa mediante la cual la naturaleza une lo que
estaba desunido, quemando las antiguas estructuras para rehacerlas nuevas y
mejor adaptadas al momento de evolución.
Es cierto que tenemos mucho que temer a que se caigan
las estructuras del sistema actual; pero ¿acaso no es posible plantearnos un
mejor y más justo juego, en todos los ámbitos del quehacer humano?; sin querer
pasar por alto el trauma que esto significaría para estas generaciones en vida;
pero puede significar la subsistencia o no de futuras generaciones; estamos
ante un punto de gran oportunidad de regeneración para la sociedad; no debemos
evitar reflexionar y atraer a nuestro entorno lo que esto pueda significarnos,
en lo personal, en lo familiar, en el vecindario, en el uso de la tecnología,
en lo cotidiano de la vida replanteada en los veinte-veinte.
De Alma a Alma, ahora con el distanciamiento
obligatorio estamos más cerca, pues estamos un poco más conscientes de nuestros
semejantes; lo más importante está en la apertura que esto provoca en la
conciencia de la humanidad, quizás tome un siglo o más para ver el cambio,
ojalá sea mucho menos; pero este es un momento para pensar si es acaso posible,
resolver ciertos problemas de la humanidad, para los que solo hace falta
lucidez mental y voluntad al bien.
Nota: link para conseguir el libro “Los Problemas de la
Humanidad”