Research Mapping Human Emotions Shows Strong Mind Body Connection
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Del libro La Curación Esotérica de Alice A. Bailey dictado telepáticamente por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
CAPITULO OCTAVO
Enumeración
y Aplicación de las Leyes y Reglas
LEY I
Toda
enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma. Esto es verdad
para todas las formas de todos los reinos. El arte del curador consiste en
liberar al alma, a fin de que su vida pueda fluir a través del conglomerado de
organismos que constituyen una forma determinada.
LEY II
La enfermedad
es el producto de tres influencias y está sujeta a ella: Primero, el pasado del
hombre, en que paga el precio de antiguos errores; segundo, su herencia, donde comparte con todo el género humano esas contaminadas corrientes de
energía de origen grupal; tercero, su participación, con todas las formas
naturales, de aquello que el Señor de la Vida impone a Su cuerpo. Estas tres
influencias son denominadas “La antigua Ley de Participación del Mal”. Algún
día ésta debe ceder su lugar a la nueva “Ley del Antiguo y Predominante Bien”,
que reside detrás de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en
vigencia por la voluntad espiritual del hombre.
REGLA UNO
El curador
debe entrenarse a fin de conocer el nivel interno de los pensamientos y deseos
de quien busca su ayuda. Así podrá conocer la fuente de donde proviene la
dolencia. Debe relacionar la causa y el efecto, y conocer el punto exacto por
el cual debe llegar el alivio.
LEY III
Las enfermedades son el efecto de la centralización
básica de La energía vital del hombre. Del plano en que dichas energías están
enfocadas provienen esas condiciones determinantes que producen mala salud. En consecuencia, se manifiestan como enfermedad o como
buena salud.
LEY IV
La enfermedad,
tanto física como sicológica, tiene sus raíces en lo bueno, lo bello y lo
verdadero, y sólo es un reflejo distorsionado de las posibilidades divinas. El
alma frustrada, cuando trata de expresar plenamente alguna característica
divina o realidad espiritual Interna, produce -dentro de la sustancia de sus
envolturas- un punto de fricción. Sobre este punto están enfocados los ojos de
la personalidad, lo cual conduce a la enfermedad. El arte del curador consiste
en elevar hacia el alma -el verdadero curador dentro de la forma- los ojos que
están enfocados hacía abajo. Entonces el tercer ojo, u ojo espiritual, dirige
la fuerza curadora, y todo está bien.
REGLA DOS
El curador
debe adquirir pureza magnética a través de la pureza de vida. Debe lograr esa dispersiva
irradiación que se manifiesta en todo hombre que ha vinculado los centros de la
cabeza. Cuando se ha establecido tal campo magnético, entonces surge la
irradiación.
LEY V
No existe nada
más que energía, porque Dios es Vida. En el hombre se unen dos energías, pero
hay otras cinco presentes. Para cada una ha de encontrarse un punto central de
contacto. El conflicto de esas energías con las fuerzas, y de las fuerzas
entre sí, producen los males corporales del hombre.
El conflicto entre las primeras y las segundas persiste durante edades, hasta
llegar a la cima de la montaña, la primera gran cima. La lucha entre las
fuerzas produce las enfermedades, males y dolores corporales que buscan la
liberación en la muerte. Las dos, las cinco y también las siete, además de
aquello que ellas producen, poseen el secreto. Ésta es la quinta Ley de
Curación dentro del mundo de la forma.
REGLA TRES
Que el curador
concentre la necesaria energía en el centro necesario. Que ese centro
corresponda al centro necesitado. Que ambos se sincronicen y juntos aumenten la
fuerza. Así la forma que espera trabajará equilibradamente. Así los dos y el
uno, correctamente dirigidos, curarán.
LEY VI
Cuando las energías constructoras del alma están activas
en el cuerpo, entonces hay salud, limpia interacción y correcta actividad.
Cuando los constructores son los señores lunares, los cuales trabajan
controlados por la Luna y a las órdenes del yo inferior personal, entonces hay
enfermedad, mala salud y muerte.
LEY VII
Cuando la vida o energía fluye sin impedimentos y,
mediante la correcta dirección, alcanza su precipitación (la glándula relacionada),
entonces la forma responde y la mala salud desaparece.
REGLA CUATRO
El cuidadoso
diagnóstico de la enfermedad, basado en los síntomas externos verificados,
será simplificado en tal medida que, cuando sea conocido y aislado el órgano
implicado, el centro en el cuerpo etérico en más estrecha relación con él, será
sometido a los métodos de curación esotérica, aunque no serán rechazados los
métodos comunes, paliativos, médicos o quirúrgicos.
LEY VIII
Enfermedad y
muerte son el resultado de dos fuerzas activas. Una es la voluntad del alma que
dice a su instrumento: Yo retiro la esencia. La otra es el poder
magnético de la Vida planetaria que dice a la vida, dentro de la estructura
atómica: “La hora de la reabsorción ha llegado. Retorna a mí.” Así, de acuerdo
a la ley cíclica, actúan todas las formas.
REGLA CINCO
El curador debe tratar de vincular su alma, corazón,
cerebro y manos. Así puede verter la fuerza vital curadora sobre el paciente. Esto
es trabajo magnético. Puede curar la enfermedad o acrecentar el estado
maligno, de acuerdo al conocimiento del curador.
El curador debe tratar de vincular su alma, cerebro,
corazón y emanación áurica. Así su presencia puede nutrir la vida del alma del
paciente. Esto es trabajo de irradiación. Las manos no son necesarias.
El alma despliega su poder. El alma del paciente, a través de la respuesta de
su aura, responde a la irradiación del aura del curador, inundada con la
energía del alma.
LEY IX
La perfección
hace surgir la imperfección a la superficie. El bien expulsa el mal de la forma
del hombre, en tiempo y espacio. La inofensividad es el método usado por el Ser
Perfecto y empleado para el Bien. Esto no es negatividad, sino perfecto
equilibrio, cabal punto de vista y comprensión divina.
REGLA SEIS
El curador o el grupo de curación debe mantener sujeta
la voluntad, pues no debe emplearse la voluntad, sino el amor.
LEY X
Atiende, oh discípulo, al llamado que el Hijo hace a la
Madre, y luego obedece. La Palabra anuncia que la forma ha cumplido su
propósito. El principio mente entonces se organiza a sí mismo, y luego repite
la Palabra. La forma expectante responde y se desprende. El alma queda
liberada.
Responde, Oh Naciente Uno, al llamado que proviene
de la esfera de la obligación; reconoce el llamado que surge del Ashrama o de
la Cámara del Concilio donde espera el Señor Mismo de la Vida. Se emite el
Sonido. Tanto el alma como la forma deben renunciar al principio vida y así permitir a la Mónada liberarse.
El alma responde. La forma rompe entonces la conexión. La vida queda ya
liberada, debido a la cualidad del conocimiento consciente y al fruto de todas
las experiencias. Estos son los dones del alma y de la forma, combinados.
Nota: Esta última ley es la enunciación de una nueva que sustituye a la
Ley de la Muerte y se refiere sólo a quienes están en las últimas etapas del
sendero del discipulado y en las del sendero de iniciación.
Aplicación de las Leyes y Reglas
En las últimas páginas he aclarado ampliamente el tema, indicando -aún
corriendo el riesgo de producir algún desaliento- ciertos requisitos esenciales
para el curador de la nueva era y también algún contacto que deberá establecer
con facilidad y prontitud cuando trata de curar. También definí la naturaleza
de la Ley. Esto fue preliminar a la consideración de las Leyes, a las cuales el
curador debe ajustarse, y de las Reglas que automática e intuitivamente
obedecerá. Podríamos considerar estas Leyes y Reglas en mutua relación y
también con el curador, pues varias de las Reglas están íntimamente
relacionadas con una Ley que controla al curador.
Por la definición anterior, resultará evidente, en último análisis, que
la enfermedad, la muerte, la mentira, la falsedad y la desesperación, son
inherentes al planeta mismo, porque nuestro Logos planetario (como lo afirmé
anteriormente, cuando ayudaba a H. p. B. a escribir La Doctrina Secreta)
es un “Dios Imperfecto”. Después de la actual gran crisis mundial, incidental a
nuestro Logos planetario, y habiendo recibido por lo tanto una iniciación
cósmica, pasó al sendero cósmico, disminuyendo palpablemente sus
imperfecciones; habrá mucha menos desesperación y enfermedad en la tierra una
vez que se hayan efectuado los necesarios reajustes planetarios. Ustedes no lo
verán aún, porque los reajustes tardarán siglos para efectuarse en tan amplia
escala. Por lo tanto lo que tengo que decir respecto a la futura curación de la
enfermedad no tendrá un valor práctico durante mucho tiempo, pero deben ser
consideradas y discutidas la teoría y las indicaciones acerca de su
posibilidad. También, durante mucho tiempo, la ciencia médica y el conocimiento
quirúrgico desempeñarán una parte valiosa en la medicina preventiva, prácticas
paliativas y procesos curativos. A éstos se agregarán acrecentadamente numerosos
métodos sicológicos de curación, los cuales irán de la mano con los dos
mencionados, anexándose a éstos los servicios de los curadores espirituales;
así se irá desarrollando constantemente
un acercamiento cabal al entero hombre, necesidad reconocida hoy en
todas partes por médicos de ideas progresistas. Así también por medio del
método experimental de prueba y error, mucho se aprenderá.
Los procesos de curación que estoy delineando e indicando por medio de
estas Leyes y Reglas, son fundamentalmente nuevos. No se basan en afirmaciones
como las de la Christian Science y otros cultos de curación mental; no tienen
su fundamento en orígenes comprobados ni en pretendidos resultados, que sólo
será posible alcanzar cuando la raza logre un nivel mucho más elevado de
perfección que el observado actualmente o que sea factible de desarrollo
inmediato. Como he dicho repetidas veces en este tratado, nada existe
fundamentalmente malo en las afirmaciones hechas por estos grupos y
organizaciones, acerca del hombre que ha llegado a expresar el alma y a obtener
conciencia crística. Erróneo es pretender que el hombre común (que
evidentemente no se halla en este avanzado punto de evolución) pueda realizar
estos milagros de curación en sí mismo o en otros. Muy pocas personas han
alcanzado esta etapa y ciertamente es muy raro que la alcance el curador que
pertenece a dichos cultos y organizaciones. El curador de la nueva era
reconocerá las limitaciones y las circunstancias condicionantes, además del
destino. Esto predispone al desarrollo
interno de los poderes que otorgan conocimiento. También será espiritualmente
consciente de que la curación del cuerpo físico no constituye siempre el más
elevado bien espiritual; la sobrestimación y el serio y ansioso cuidado de la
vida de la forma, del vehículo físico, no es de mayor importancia.
El curador de la nueva era no trabaja ni lo hará directamente con el
cuerpo físico; siendo ocultista, no considera a ese cuerpo como un principio.
Actúa práctica y totalmente sobre el cuerpo etérico y las energías vitales,
dejando que esas energías hagan impacto sobre el automatismo del cuerpo físico,
de acuerdo a una intención dirigida; entonces producirán su efecto de acuerdo a
la respuesta de ese cuerpo, que estará condicionado por muchos factores. Esas
energías, dirigidas por medio del cuerpo etérico del paciente, o emanando de
ese cuerpo, pueden traer la curación si el destino del paciente lo permite, o
estimular de tal manera la zona enferma, que la dolencia sea llevada a una
crisis y el paciente muera. Esto a menudo sucede bajo el tratamiento de los
curadores de los cultos que ignoran las leyes de la curación y basan sus
actividades en el conocimiento de una divinidad presente -aunque generalmente
inexpresada.
Se requiere una mayor medida de percepción espiritual y comprensión
mental antes de que pueda ser eficaz el sistema que propongo. Todo lo que doy
en mis escritos es mayormente de índole precursora, y esto debe recordarse.
Del libro La Curación Esoterica de Alice A. Bailey
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Reglas Preliminares para la Curación por Radiación
1. Por un acto de voluntad, después de
haber hecho un rápido y consciente alineamiento, debe vincularse como alma con
las almas de sus hermanos de grupo, luego con sus mentes y luego con sus
naturalezas emocionales. Debe emplear la imaginación, comprender que la energía
sigue al pensamiento y que si lo realiza correctamente es inevitable el proceso
vinculador. Entonces ya puede actuar como grupo. Luego tiene que olvidar la
relación grupal y concentrarse en el trabajo a realizar.
2. Internamente deberá vincular alma y cerebro,
reunir las fuerzas del amor que están en su aura, enfocándose en la cabeza,
conjuntamente con todo lo que tiene para ofrecer, imaginándose como un centro radiante de energía o un punto
de vívida luz. Esta luz debe ser proyectada sobre el paciente a través del
centro ajna, situado entre los ojos.
3. Luego debe pronunciar el siguiente
mántram grupal:
“Con pureza de móvil, inspirado por
un corazón amoroso, nos ofrecemos para este trabajo de curación. Este
ofrecimiento lo hacemos, como grupo, a aquel que tratamos de curar”.
Al hacer esto, debe visualizarse el
proceso vinculador, viéndolo como líneas de viviente sustancia de luz en
movimiento, y vinculándose usted por un lado con los miembros del grupo, y por
otro, con el paciente. Vea estas líneas yendo desde usted al centro cardíaco
del grupo y hacia el paciente. Siempre debe actuar desde el centro ajna, el
centro entre las cejas, hasta no recibir instrucciones de hacer otra cosa. Así
el centro ajna y el centro cardiaco de las personas involucradas estarán
estrechamente interrelacionados. Aquí puede observarse el valor de la
visualización. En
realidad, es la exteriorización etérica de la imaginación creadora.
Reflexionen sobre esta última frase.
4. Debe emplear el pensamiento, el
pensamiento dirigido, durante un breve instante y pensar en aquel que está
tratando de curar, vincularse con él y enfocar su atención sobre él, a fin de
que llegue a ser una realidad en su conciencia y también en su fuero interno.
Cuando llega a percibir cuál es la dificultad física, recuérdela simplemente y
luego olvídela. Lo mismo debe hacer con los detalles del trabajo, tales como el
grupo, usted mismo y la dificultad del paciente, y concentrarse sobre el tipo
de fuerza que va a manipular, que en este caso y momentáneamente es fuerza de
segundo rayo, la fuerza del amor. Lo que aquí describo es la adaptación del
método de curación de segundo rayo, preparado para principiantes.
5. Debe sentir que en usted penetra un
profundo amor. Considérelo como luz sustancial que usted puede y podrá
manipular. Entonces debe
enviarse como una corriente de luz radiante desde el centro ama, dirigiéndola
por intermedio de sus manos al paciente. Al hacerlo colocará las manos delante
de los ojos, con las palmas hacia afuera y los dorsos cerca de los ojos, más o
menos dieciocho centímetros delante de la cara. De esta manera la corriente
que surge desde el centro ajna se divide en dos, afluyendo a través de ambas
manos. Así se la dirige al paciente. Después visualizarla como yendo al
paciente y sentir que éste la recibe.
Cuando realiza esto, diga en voz baja pero en forma audible:
“Que el amor del Alma una, enfocada
en este grupo, irradie sobre ti, hermano mío, y penetre en cada parte de tu
cuerpo -sanando, aliviando, fortaleciendo y disipando todo lo que obstaculiza
el servicio y la buena salud”.
Decir esto lenta y deliberadamente,
confiando en los resultados. Evitar que ningún poder mental o volitivo entre en
la corriente de energía curadora, sino sólo un concentrado amor irradiante. El
empleo de la facultad de visualizar y el de la imaginación creadora, más un
sentido de profundo y constante amor, mantendrán la mente y la voluntad
pasivas.
Haré hincapié sobre la urgente
necesidad de un completo silencio y parquedad, respecto a todo trabajo
de curación. Que nadie sepa que trabajan de esta manera ni mencionen los
nombres de quienes tratan de ayudar. Tampoco hablen entre ustedes del paciente
bajo tratamiento. Si no se cumple esta regla básica sobre el silencio, indicará
que no están preparados aún para este trabajo, debiendo interrumpirlo. Este
mandato es mucho más importante de lo que se imaginan, hablar y discutir no
sólo tiende a desviar y disipar la fuerza, sino a violar una regla fundamental
para la cual todo curador ha sido entrenado para cumplirla y hasta la profesión
médica en el plano físico sigue este mismo procedimiento general.